La cárcel de Nigua

La Conspiración Militar del coronel Leoncio Blanco, del coronel Ramón Vásquez Rivera y del capitán Aníbal Vallejo.
febrero 20, 2017
Conspiración de Santiago en 1933-1934
febrero 20, 2017

Situada en un pequeño poblado del mismo nombre, en las cercanías de Haina, en un edificio originalmente construido durante la 1ra. Intervención Norteamericana (1916-1924) para uso hospitalario de los leprosos, instaló la dictadura de Trujillo el más terrible centro carcelario para presos políticos en los años treinta.

La cárcel de Nigua se convirtió en famosa por los horripilantes procedimientos que empleaban los carceleros contra las personas hasta allí conducidas. Así por ejemplo, un fornido equipo de rufianes recibía a cada preso en la puerta de entra del recinto con una golpiza a palos de “bienvenida”, antes de ser remitido a la sala de los interrogatorios donde recibía nuevas golpeaduras y escalofriantes torturas, tales como la aplicación en el cuerpo de hierros candentes al fuego hasta el rojo vivo; la extracción de las uñas de pies y manos, o la introducción forzada de la cabeza del prisionero en un barril lleno de agua de manera continua y hasta el ahogamiento.

Los jefes de dicho recinto carcelario durante años fueron: el general Federico Fiallo y los coroneles Leyba Pou y Joaquín Cocco.

Además de los maltratos, golpes y torturas recibidos, todos los prisioneros eran sometidos a trabajos forzados en fincas del tirano situadas en los alrededores de la cárcel, obligados a laborar a pleno sol durante 10 o 12 horas al día, con pésima alimentación, insalubridad, falta de servicios sanitarios, hecho por el cual muchos enfermaban de tuberculosis, disentería o de paludismo sin ninguna asistencia médica.

Decenas de prisioneros políticos acusados de conspirar contra el gobierno de Trujillo murieron en ese infierno, víctimas de las crueldades del aparato represivo trujillista, entre otros: el general Daniel Ariza, muerto por el hambre, la tuberculosis y las torturas recibidas, el coronel Leoncio Blanco (Blanquito) ahorcado en su propia celda; el líder obrero Francisco Montes de Oca, muerto a garrotazos; el capitán Anibal Vallejo. Otros prisioneros perdían la razón a causa de los sufrimientos padecidos por las torturas y golpeaduras, quedando inhabilitados para toda la vida, como: Ellobin Cruz y Luis Helú.

Entre los presos políticos que padecieron de los barbaros martirios que se aplicaban en la cárcel de Nigua, casi todos miembros del grupo conspirador que en 1934 organizó en Santiago el primer intento de terminar con la dictadura, podemos citar a: Jesús María Patiño; Juan Isidro Jimenes Grullón; Ramón Vila Piola; Federico Guillermo Liz; Rafael Antonio Veras; Juan Rafael López; Rigoberto Cerda; Nicanor Saleta Arias; Carlos Cantizano; José Sixto Liz; Sergio Manuel Ildefonso; Fulvio Liz Cruz; Rafael Octavio Moscoso; Lionel García Beltrán; Ramón Valverde Martínez; Félix María Ceballos; Hellobín Cruz; Ramón Emilio Michel; José Remigio Pérez; Agustín Castro Pepín; Ramón Agustín Castro; Juan Ulises García; Germán Martínez Reyna; Juan Isidro Rodríguez Jiménez; Fernando Bermúdez; Manuel Borbón; Leopoldo Franco Bido; Eduardo Grullón Rodríguez Objio; Mario Sánchez; Julio Menicucce; Ildefonso Colón; Francisco Augusto Lora; Ramón Contreras; Andrés García; Tomás Ceballos Martínez; Plácido Arturo Piña; José Najul; Manuel A. Valera; Fabio Bonnelly y el Dr. Francisco Castellanos.

También sufrieron idénticos encarcelamientos en Nigua en los años treinta por su conducta opositora al régimen de Trujillo los siguientes opositores:

El Ing. Juan de la Cruz Alfonseca; Juan Bosch; Dr. Rafael Ellis Sánchez; Lic. Eduardo Vicioso; Oscar Michellena Pou, Dr. Buenaventura Báez Ledesma; Ulises Pichardo Pimentel; Dr. José Selig Hernández; Manuel Joaquín Santana; Mario Emilio Andujar; Wilfredo Sintiago; Víctor Campusano; Federico Cordero; Juan José Caballero; Dionisio Caballero; Delfin Ramírez; Juan Bautista del Giudice; Manuel Chacón y Amadeo Barletta.

Este último, quien era cónsul de Italia en Santo Domingo, fue liberado después de más de un mes de prisión gracias a la intervención del jefe del gobierno de Italia, Benito Mussolini, quien exigió a Trujillo la inmediata liberación de Barletta, con la amenaza del envío a Santo Domingo de varios buques de la marina de su país.

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