La mujer dominicana tiene una larga tradición de participación en las luchas en favor de la libertad, en el combate contra el despotismo, en favor de la democracia y en la defensa de la independencia y la soberanía. En la época republicana esa tradición la inauguró María Trinidad Sánchez, murió fusilada el 27 de febrero de 1845 durante el régimen dictatorial del general Santana, el mismo día en que se cumplía el primer aniversario de la Independencia Nacional.
Notable fue la también la participación femenina en las luchas cívicas que se organizaron contra la 1ra. Intervención Militar Dominicana, desde donde emergió la figura de Ercilia Pepin, símbolo de continuidad de la participación femenina en defensa de la patria.
En la época moderna esa tradición se fortaleció con la valiente y oportuna participación de decenas de egregias mujeres que desafiaron los peligros del ambiente de terror imperante y se lanzaron a la lucha contra la dictadura de Trujillo, núcleo patriótico que encabezaron las hermanas Mirabal: Patria, María Teresa y Minerva, esta última junto a su marido, Manolo Tavárez Justo, fundadora del Movimiento Revolucionario 14 de Junio, una de las entidades democráticas más importante del siglo XX dominicano.
Compañeras de ideales y de luchas de las hermanas Mirabal lo fueron: Asela Morel, Tomasina Cabral, Dulce Tejada, entre otras.
Para seguir ese camino, el 13 de junio de 1961, inmediatamente después del ajusticiamiento de Trujillo, amenazado el país ante la posibilidad de la continuidad del régimen de Trujillo por la vía de la permanencia de Balaguer, Ramfis Trujillo y otros de sus familiares en el poder, un nutrido grupo de mujeres, casi todas profesionales, artistas, poetas, maestras, obreras y amas de casa, fundaron la Federación de Mujeres Dominicanas.
La primera junta directiva de la FMD estuvo integrada por jóvenes que ya habían tenido participación en las diferentes jornadas cívicas organizadas en la clandestinidad en los peores momentos del régimen dictatorial (1959-1961) compuesta por:
Dra. Ligia Echavarría de Sánchez, Presidenta Dra. María Elena Muñoz, Secretaria General Dra. Ana Silvia Reynoso, Secretaria de Organización Dra. Aida Cartagena Portalatin, Secretaria de Relaciones Públicas Xiomara Saladin, Secretaria de Finanzas Soucy Pellerano, Secretaria de Cultura
Formaban parte del cuadro de activistas de la FMD, toda una pléyade de jóvenes y adultas, familiares de prisioneros, desaparecidos, exiliados, víctimas de la tiranía (esposos, novios, hermanos, madres o familiares de exiliados) quienes también habían vivido junto a ellos el tenebroso clima de la resistencia clandestina de la lucha antitrujillista.
Entre las principales activistas de la FMD de aquellos días, muchas de las cuales más tarde ocuparon posiciones dirigenciales en otros periodos, se encontraban: Ena Moore, Brunilda Soné, Elvira Regús de Valera, Teresa Espaillat, Ildelisa Bonnelly de Calventi, Jeanette Miller, Delta Solto, Luz Vásquez, Bernarda Jorge, Brunilda Gónzalez, Onaney Sánchez de Guerra, Ligia Vicioso, Maritza Vicioso, Grey Coiscou Guzmán, Maria Teresa Campos Villalon, Altragacia Saint-Germán, Nury Sánchez, Rosa Castillo, Nury Pérez, Anilda Lockward, Felicia María Jiménez, Esther Marien Ellis, Eridania Mir, Lily de Cassa, Lourdes Solano, Lourdes Contreras, Rosa Castillo, Carmen Eulalia Yapur, Isa de Peña, Gilda Contreras y Consuelo Despradel.
Todas estas jóvenes mujeres asumieron una posición de vanguardia en un momento crucial para el afianzamiento de la democracia en nuestro suelo y su primera jornada de lucha la organizaron enfrentando las arbitrariedades del gobierno del Consejo de Estado, régimen transitorio presidido en principio por Joaquín Balaguer, y más tarde, en enero de 1962, después de su huida y asilamiento, por Rafael F. Bonelly, gobernante este último que al amparo de una Ley de Emergencia, dictó una serie de disposiciones antidemocráticas, que hacían recordar el odioso pasado trujillista.
El Consejo de Estado, por ejemplo, prohibió el retorno de decenas de exiliados políticos de la “Era de Trujillo”, a quienes acusó de ser “agentes subversivos del comunismo internacional” y deportó a casi medio centenar de jóvenes militantes de los grupos de izquierda dominicana, generalmente estudiantes apresados en movilizaciones callejeras en demanda al respeto a los derechos políticos y a las libertades públicas.
Contra esas arbitrariedades se enfrentó con coraje la FMD, organizando mítines, marchas, veladas, y elaborando y distribuyendo por las calles documentos donde denunciaba tal situación, exigiendo el derecho de todos los dominicanos de vivir en su patria. No pocas de sus marchas y manifestaciones fueron atacadas y dispersadas, por las llamadas “fuerzas del orden público”, los policías “cascos blancos”.
Durante este primer periodo de actividades (1962-1963) donde muchas de las participantes en esas movilizaciones eran apresadas, golpeadas o resultaban heridas, la FMD además brindó su apoyo activo y solidario a decenas de huelgas de trabajadores que demandaban mejorías en sus condiciones de vida, y en actividades a favor del establecimiento de una verdadera reforma agraria que liquidara la vida de penurias del campesinado dominicano.
Pero la más importante y brillante jornada de lucha la llevó a cabo la FMD durante la Revolución de Abril de 1965 y la 2da. Intervención Militar de Estados Unidos.
En aquellos momentos cruciales para la existencia de la República Dominicana, el pueblo vio con asombro y admiración a casi todas las miembros de la FMD integrarse a la resistencia armada contra los interventores; muchas como combatientes en los Comandos organizados por los hombres, otras como enfermeras para asistir a los heridos o como encargadas de las tareas de alimentación de los soldados de la patria. Ese fue el momento cumbre de la FMD.
Y en esa misma dirección: cuando las altas instancias del Gobierno Constitucionalista que encabezaba el coronel Caamaño, observó en junio de 1965 que la lucha contra los interventores se prolongaba frente a la mirada indiferente de los organismos internacionales, y decidió en tal virtud una Escuela de Entrenamiento Militar, para ampliar el número y la capacidad de los soldados de la resistencia patriótica, cuyo campo de ejercicio fue establecido en el Parque Eugenio María de Hostos en Santo Domingo, casi el 50% del alumnado eran mujeres, la mayor parte, jóvenes adolescentes.