Los primeros sindicatos de trabajadores fueron organizados durante la ocupación militar norteamericana, con una doble finalidad: como defensa de los intereses obreros y como expresión de política nacionalista. Entre las primeras organizaciones laborales de Santo Domingo está la Unión de Braceros del Puerto de Santo Domingo, fundada el 3 de septiembre de 1916, y la Hermandad Cigarrera de Santiago, creada el 23 de julio de 1919.
En el año 1924, durante la presidencia de Horacio Vázquez, se promulga la primera Ley Laboral del País, relativa al cierre dominical obligatorio. Este ensayo tuvo tan poco éxito que, por sentencia del 28 de abril de 1926, La Suprema Corte de Justicia declaraba inconstitucional la Ley, entendiendo que la abstención de trabajo en los días domingo y otros días de fiesta, es un precepto de carácter religioso que no puede ser convertido en una ordenanza de carácter civil, desde que la constitución consagra la libertad de cultos.
La interpretación de este ensayo se resumía así: el Estado no tiene derecho a reglamentar la jornada de trabajo, porque la “libertad” supone la libre formación del horario. El patrón tiene derecho a gozar de esta “libertad”. La Libertad del obrero se resumía en ser explotado.
Se organizaron nuevos sindicatos y en el año 1929 se fundó la Confederación Dominicana del Trabajo, como resultado del IV Congreso Obrero Dominicano. El 10 de abril de 1930, el Presidente Estrella Ureña, por decreto No. 1275, legalizó la nueva organización. El advenimiento de la ‘Era de Trujillo’ paralizó con su fuerza represiva la acción organizativa de los trabajadores dominicanos, y no es hasta 1942 – cuando la satrapía manejaba una parte importante de la economía del país – que se nota un resurgir del movimiento sindical.
Este movimiento se refleja de dos modos: legislativamente se dicta una importante Ley No.637 del 16 de junio sobre contratos de trabajo; y sindicalmente se organiza por impulso oficial la Confederación Dominicana de Trabajadores.
Así, al llegar el año 1945 -cuando se registra lo que puede considerarse una prueba de la fuerza obrera frente a la tiranía- el movimiento huelguístico de los ingenios azucareros del este obligó al régimen ceder en las demandas. La victoria obrera no impidió que después castigaran duramente a los principales dirigentes de la atrevida acción: Mauricio Báez, Dato Pagán y Freddy Váldez.
El régimen se ve forzado a ceder ante el auge general obrero, y en 1951, la dictadura decreta el llamado “Código Trujillo de Trabajo” que de hecho ampliaba los derechos sindicales.
El hecho de que en la República Dominicana no se haya registrado un solo movimiento huelguístico a partir de 1948 nos indica el carácter sanguinario del régimen y la escasa vigencia de los derechos sindicales.
Los trabajadores dominicanos producían a costa de su propia sangre los millones que edificaron el más grande monopolio económico que recuerda América Latina.
A pesar del notable auge de las fuerzas productivas, las relaciones de producción habían permanecido estacionarias desde la época en que el tirano hizo su primera concesión. Y los trabajadores se hundían en la opresión económica y política, en contradicción con la tremenda inquietud que se registra hacia 1959 con la reorganización de los sindicatos existentes y la constitución de otros nuevos.
En 1955 van a la huelga en América, 9.100,000 trabajadores. En junio de 1956, cae la dictadura de Odría en el Perú; en diciembre del mismo año se produce el desembarco del Granma; y los trabajadores en huelga en el continente llegan a 9 millones 700 mil. En 1957 es derrocada la dictadura de Rojas Pinilla en Colombia, y en enero de 1958 una huelga general dirigida por el partido Acción Democrática y la participación decidida de los comunistas venezolanos, seguida de un levantamiento militar, derribó la dictadura de Pérez Jiménez.
A partir del 1961 las condiciones de vida de los trabajadores, aunque en forma mínima, registran cambios positivos como consecuencia de una situación conflictiva que se venía incubando en la sociedad, dentro del marco del desarrollo de las fuerzas productivas, como consecuencia de este conflicto, el propio tirano tuvo que aparentar una cierta “democratización” en su régimen.
El resultado de la presión popular que resquebraja el férreo control gubernamental puede verse concretamente en el alza del nivel salarial. En algunos sectores de la industria dicho aumento llegó a sobrepasar el 50% del salario anterior.
El movimiento de organización de los sindicatos es sumamente lento entre los años 1956 y 1961, activándose extraordinariamente en el 1962 con 291 sindicatos registrados. En 1963 continúa más o menos el mismo ritmo. El grado de desarrollo del movimiento organizativo de los sindicatos durante los años 1961-1963, señala un aumento de la conciencia de la clase obrera aunque no abarca todo el sector industrial.
Sólo dos años más tarde, en 1964-1965, se produce una variación en este sentido. Desde que los obreros dominicanos en el año 1961 fundaron su primera central sindical bajo el nombre de FOUPSA (Frente Obrero Unido Pro Sindicatos Autónomos) en oposición a la central trujillista.