En principio, muy pocos jóvenes dominicanos se prestaron a ingresar al ejército creado por los invasores. Los norteamericanos se vieron en la necesidad de enrolar en el mismo a adultos de la peor calaña, como lo fue el caso de Rafael L. Trujillo Molina.
En diciembre de 1918 Trujillo, con 27 años de edad, solicitaba un puesto de oficial en la Guardia Nacional Dominicana (GND) al Coronel C. F. Williams, su comandante. Habia sido creada por los Marines de los Estados Unidos el año anterior, dirigida por estos, ya contaba con 21 oficiales norteamericanos, 17 dominicanos y 691 alistados.
Como referencia, Trujillo incluyo una carta de recomendación del Administrador del Central Boca Chica donde había laborado durante dos años como jefe guardacampestre, la cual hacia mención de que los propios marines norteamericanos habían felicitado el ingenio por contar con un guardacampestre como Trujillo. En esa época la principal labor del guardacampestre era controlar a los braceros, labor en la cual Trujillo se destacó por su brutalidad en el trato esclavizante de los cortadores de caña.
Aceptado en la Guardia Nacional, recibió el rango de Segundo Teniente. En 1918 la guardia se dedicaba principalmente a perseguir unos 600 “gavilleros” en la región este. Esta nueva Guardia, en los primeros 18 meses desde su creación en 1917, había capturado a unos 270 patriotas perseguidos por el ejército de ocupación; había asesinado en la Provincia de El Seybo a unos 80 “Gavilleros” y capturado a unos 100. Para ese momento se habían registrado unos 50 enfrentamiento de la Guardia Nacional frente a los patriotas señalados por ellos como “Gavilleros.”
En 1946, Albert C. Hicks relataba en su libro ‘Sangre en las Calles’, que en 1918 (el mismo año en que solicito su “enganche”), Trujillo fue sentenciado a seis meses de cárcel por falsificación de documentos. Robert Crassweller explica en su libro que para esa época “era un delincuente adulto” que robaba ganado y que en San Pedro de Macoris había sido condenado a cárcel por falsificación, aunque logro evitar ese encarcelamiento. El biógrafo de Trujillo asegura que éste, en 1916, había pasado a formar una pandilla de jóvenes, conocida como “la 44”, por la sangrienta reputación de la 44 Compañía de Infantería de Marina. Esa pandilla asaltaba bodegas y almacenes.
El futuro dictador fue asignado por los marines norteamericanos en San Pedro de Macoris a combatir los ‘‘gavilleros’’. El ejercito de ocupación nunca participó directamente en estos enfrentamientos, sino la Guardia Nacional comandada por oficiales norteamericanos. Los combates eran, pues, entre dominicanos.
Tan pronto Trujillo llegó uniformado al Este dio inicio a su travesuras. Desde El Seybo, en marzo de 1919, le escribía a su amigo Marino Rocafort, que servía de interprete y espía a las tropas de ocupación: “En mi oficina ha llegado un asunto que se relaciona con terrenos que compró Emilio Malleta en representación de Santa Fe a la señora de Pablo Rijo sin autorización de su esposo. Quiero que si conoces a Emilio Malleta y si te es posible me lo asustes porque lo urgente para Pablo Rijo es que Emilio Malleta se entienda con él.”
En junio de 1919, desde Ramon Santana, Trujillo le escribia a Rocafort. … “ La captura del gavillero prófugo Toledano Feliciano ha sido una de las mejores y mas rápidas que se han efectuado desde que el mundo es mundo. A las 2 de la tarde recibi la circular. A las 5 salia seguro a dormir el gavillero y a la 1 de la noche estaba capturado. Ninguna otra noticia. Estoy esperando los espias. Tuyo, Trujillo.”
Las acusaciones de Trujillo de estupro y de exigir sobornos no cesaron. En julio de 1919 fue acusado de ‘asalto con la intención de cometer rapto, con felonía y a la fuerza, y contra su voluntad’, a la joven de 17 años Isabel Guzmán de la ciudad de Los Llanos. Tambien en esa misma fecha fue acusado de ‘conducta escandalosa tendente a destruir las buenas costumbres, con la comisión de relaciones sexuales impropias, para escandalo y desgracia de la Guardia Nacional Dominicana y del Gobierno Militar de los Estados Unidos’. En esa misma ocasión también fue acusado de arrestar al Sr. José Nuñez ‘cobrar ilegalmente la suma de US $ 150.00 , como rescate o soborno para que el S. José Nuñez y su hija fueran sacados de prisión y puestos en libertad’, como de hecho sucedió pues al recibir el pago fueron liberados. En noviembre de 1919 fue acusado de cometer el mismo secuestro y soborno de los Sres. Carlitos Alduey y Esteban Alduey, de quienes recibió la misma suma de US $ 150.00.