La insurrección popular de Caracas, Venezuela, en enero de 1958 que derribó la dictadura del general Pérez Jiménez, y el posterior ascenso al poder de Rómulo Betancourt, enemigo declarado de Trujillo, y poco después, el derrocamiento de la tiranía de Batista en Cuba por el movimiento guerrillero del 26 de julio del Dr. Fidel Castro Ruz, el 1ro. de enero de 1959, crearon un ambiente de esperanza y de inquietud política en el seno de la juventud de nuestro país. Pérez Jiménez y Batista, quienes buscaron refugió en Santo Domingo, habían establecido con Trujillo una estrecha relación de ayuda mutua.
A lo anterior se agregó el impacto producido en la conciencia nacional por las expediciones del 14 y 19 de junio de ese último año, el más noble ejemplo de inmolación patriótica que registra la historia dominicana, acciones organizadas contra la dictadura de Trujillo por el exilio dominicano con la solidaridad del gobierno revolucionario de Cuba, que prestó su territorio, y el de Venezuela y Costa Rica.
Pero más tremendo fue el sentimiento de indignación y repudio que se fue registrando en nuestra sociedad, cuando comenzaron a conocerse los barbaros procedimientos de tortura y exterminio a que fueron sometidos los jóvenes expedicionarios de junio que cayeron prisioneros combatiendo por la libertad de su patria. Todos los apresados, después de ser torturados salvajemente, fueron fusilados por pelotones dirigidos por el hijo del tirano, Ramfis Trujillo, jefe de Estado Mayor de la Fuerza Aérea, en la base militar de San Isidro. A ese escenario de dolor y espanto eran obligados a asistir los oficiales de la aviación y los jóvenes cadetes.
Cuando tales hechos ocurrían, nuestro país venía atravesando una crisis económica terrible, a consecuencia del manejo arbitrario de las finanzas pública y los recursos del Estado colocados al servicio personal del tirano; padecía a su vez un aumento descomunal de impuestos debido a los gastos excesivos del gobierno para la compra de armas y la ampliación del ejército, de un incremento de las tarifas de los servicios públicos, como transporte, electricidad, agua, correo, etc., y de una profunda inflación que elevó los precios de todos los artículos de primera necesidad, situación que afectó de forma lacerante a la clase media y a los trabajadores.
En enero de 1960 En el país existían múltiples células dispersas desde 1958-59, a mediados de 1959, en el marco de ese clima de angustia e indignación, y del crecimiento de la miseria del pueblo por la crisis económica, con firmeza y lleno de esperanza, inspirados en el ejemplo de los héroes y mártires de junio, el Dr. Manuel Aurelio Tavárez Justo y su esposa Minerva Mirabal, vinculada desde su adolescencia con la lucha antitrujillista lograron aglutinarlas y organizarlas en lo que se llamó Movimiento Clandestino.
A esta naciente organización, que se inició en la casa de Guido D’ Alexandro (sobrino de Manolo), el 6 de enero del 1960 Manolo, Minerva, Leandro y María Teresa se comprometieron a intensificar y a formalizar los esfuerzos para derrocar a Trujillo , se incorporaron Enrique Faxas Canto (Pipe), Luis Gómez Pérez, como delegado de la región Sur y Julio Escoto Santana, en la región Este, abrazaron el patriótico propósito de iniciar la creación de una organización política de resistencia a la dictadura de Trujillo.
La asamblea constitutiva de dicha organización, que fue designada como Movimiento Revolucionario 14 de Junio en homenaje a la expedición del 14 y 19 de junio del 1959, a sugerencia de Minerva, fue efectuada el 10 de enero de 1960, en una finca situada en Laguna Salada en las cercanías de la población de Mao (Valverde) propiedad de Carlos Bogaert Domínguez (Charlie) y en ella fue elegido su Comité de Central, encabezado por el Dr. Tavárez Justo, como Presidente, Rafael Faxas Canto, Secretario y el Ing. Leandro Guzmán, como Tesorero. La nueva organización asumió como suyo el programa de gobierno de los expedicionarios del 14 de junio redactado por el Movimiento de Liberación Dominicana en Cuba.
Resultaron elegidos vocales: Julio Escoto Santana, delegado del Este; Luis Gómez Pérez, delegado del Sur; Carlos Crisanty García, delegado en Santiago; Luis Antonio Álvarez, delegado en San Francisco de Macorís; Efraín Dotel Recio, delegado de Barahona; Germán Antonio Rodríguez, alias Rodrigote, delegado de La Vega. Días antes de esta asamblea, el joven Jorge Lama Mitre, nativo de Santiago, fue enviado a New York, a fin de establecer contactos con los exiliados dirigentes del Movimiento de Liberación Dominicana.
El Movimiento Revolucionario 14 de Junio logró aglutinar a todo lo largo y ancho del país, a centenares de jóvenes estudiantes, a decenas de profesionales, a productores del campo dueños de fincas medianas, a trabajadores del comercio, e incluso, a varios hijos de destacados miembros del aparato burocrático de la dictadura y en menor medida a obreros y campesinos, decididos todos a poner punto final a aquel régimen despótico y oprobioso.
Desde los inicios del movimiento la mujer dominicana estuvo presente, Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, las ingenieras Tomasina Cabral, Dulce Tejeda, Violeta Ortega, la doctora Asela Morel, Miriam Morales de Valles. Eran miembros activos de la organización, Minerva como dirigente, aunque no formara parte de la directiva pues en esos tiempos el papel de la mujer era siempre relegado y Tomasina Cabral (Sina), fue incluso torturada en la cárcel de la 40 igual que a muchos de los hombres.
También se adhirieron al 14 de Junio un grupo de seminaristas (Luis Ramón González, Papilín Peña, Antonio Lockward, Rene Parra y Rafael Lefeore, cubanos, Hipólito Medina, William Lantigua, Mario Rafael García Cepeda) y algunos sacerdotes, como Vinicio Disla, Daniel Vinicio Cepeda, Daniel Inoa y el Padre Febre de la Guardia, cubanos.
Poco después de la reunión de Mao, sin embargo, el proyecto de los castorcistas fue víctima de la delación de un infiltrado, iniciándose a principios de enero del 60, una descomunal redada que abarcó las principales poblaciones del país además de la capital, en la que fueron apresados centenares de patriotas de todos los sectores sociales, que se habían comprometidos con los propósitos libertarios de Manolo Tavárez y Minerva Mirabal.
Todos los detenidos, incluyendo los del interior, fueron conducidos al centro clandestino de tortura y exterminio trujillista conocido como “La Cuarenta”, situado en la parte alta a la ciudad capital.
Entre los primeros en ser apresados se encontraban los principales organizadores de la Agrupación 14 de junio, el Dr. Manuel Tavárez Justo, su esposa Minerva Mirabal, el Ing. Leandro Guzmán y su esposa María Teresa Mirabal, Pedro González, Rafael Faxas Canto, alias Pipe, quienes al igual que los demás, fueron sometidos a las más viles y bárbaros procedimientos de torturas, incluyendo la silla eléctrica, diabólico artefacto ideado por el satánico jefe de los servicios de inteligencia, coronel Johnny Abbes García, donde se efectuaban los interrogatorios a los comprometidos con la resistencia antitrujillista.Resistiendo con heroísmo todo tipo de torturas, humillaciones y vejámenes, murieron muchos patriotas como el Dr. Tejada Florentino, Eugenio Perdomo, el obrero Odalis Cepeda, Manuel González Franco, veterano antitrujillista miembro de la Juventud Democrática en 1946 y otros.
Además de Manolo Tavárez, Leandro Guzmán y Pedro González, pasaron la terrible experiencia de padecer las horribles y diferentes formas de tortura aplicados en la cárcel de “La Cuarenta”, los antitrujillistas que a continuación destacamos:
Luis Gómez, doctor Rafael Eduardo Valera Benítez (a) Fefé, Lisandro Macarrulla, José Israel Cuello, Adolfo Franco Brito, Hugo Quezada, José Frank Tapia Cunillera, José Fernández Caminero, Miguel Lama, Fernando José Francisco Fernández Simó (a) Abelito, Carlos Conrado Bogaert Domínguez (a) Charles, José Roberto Danilo Cruz Segura, doctor José Tallaj Abi-Saab, Marcelo Felipe Bermúdez Estrella, Pedro Gregorio Espinal Pérez, Jaime Durán Hernando (a) Jimmy, Germán Antonio Silverio Mesón (a) El Guardia, José Ramón Ureña Quiroz, ingeniero José Ramón Manuel Baquero Ricart (a) Manolito, Angel Salvador García Alecont (a) Cucho, Rafael Eduardo Tavárez Liz (a) Yayo, Marcos Dionisio Troncoso López Penha, Alfredo Vásquez Calderón (a) Gallego, doctor Wenceslao Nicolás Vega Boyre, Agliberto Meléndez Jiménez, Mario Alfredo Mathis Ricart, Alfredo Alba Sánchez y Alfredo Oscar Bergés Febles.
Ingeniero Félix María Germán Olivier, Rafael Armando Rodríguez Méndez (a) Rafelito, Ivan Antonio Álvarez Rodríguez, Luis José Germán Olivier, docto Federico Carlos Leonardo Bonelly Valverde (a) Freddy, doctor Alejandro Zapata Vásquez, Ramón Andrés Blanco Fernández, Ascanio Andrés Santoni Calzado, Oscar Gilberto Santoni Calzado, doctor Oscar Llebert Nicolás Hazim Subero, doctor Radhames Alcides Rodríguez Gómez, Manuel Angel Asencio Irrizarri, Miguel Salado Frías (a) Morongo, Nicolás Garrido Cestero (a) Pilar, Sergio Federico Germán Medrano, Federico Enrique Michel Carrasco, Rafael Miguel Enrique y Antonio Faxas Canto (a) Pipe.
Roberto Antonio Arzeno Rodríguez, Rafael Antonio Báez Pérez (a) Cocuyo, José Antonio Hurtado, César Leopoldo de los Santos Almonte, Rafael Octavio Silverio Mesón (a) Fellito, Germán Ricardo Ares Hevia (a) Flaco, Rolando A. Álvarez Abreu (a) el Hurón, Vinicio Rafael Grisanty Isidro, Julián Grisanty Missick, Rafael Darío Vidal Rodríguez, doctor Alfredo Parra Beato, Ramón Gilberto Sánchez Fuster, Nicolás Pérez y Pérez, Oscar Arístides Juliao González (a) Fello, Luis Lora Otaño, Pindaro Pedro Bobea Prandy, René Federico del Risco Bermúdez (a) Chichí, Danilo Aguilo Hidalgo, Diego Casasnova Garrido, José Cadet Mena, Noel Giraldo Medina, Juan Luis Mejía Aguasvivas, Arcadio Encarnación Palmer, Francisco Saldaña Medrano (a) Toño, Carlos Sully Bonelly Valverde, Ramón Cáceres Troncoso, Otilio Antonio Portorreal González (a) Tilito, ingeniero Carlos Sully Martínez Bonelly, Fausto Rodríguez Mesa, Bienvenido Ramón Tejada Rodríguez, Luis Beltrán Pérez Espinosa y centenares más.
La prisión de todos estos dominicanos procedentes de todos los sectores sociales y no pocos miembros de familias adineradas, en incluso, algunos hijos de funcionarios del aparato burocrático de la tiranía originó una conmoción en toda la nación y repercutió en el plano internacional.
Ese fue el momento elegido por la Iglesia Católica para romper con la dictadura. El primer indicio de este rompimiento que afectó profundamente al tirano, fue la publicación de una carta pastoral firmada por todos los obispos, leída en todas las iglesias del país el 21 de enero de 1961, reclamando respeto a los derechos humanos y clamando a favor del cese de las persecuciones y los atropellos contra los jóvenes del 14 de Junio.
Ese alejamiento de la Iglesia de la dictadura coincidió con el retiro del apoyo de Estados Unidos, situaciones que Trujillo enfrentó con soberbia en ambos casos. Con la primera intentando forzarla mediante iniciativa y solicitud de Balaguer, a que el tirano fuese reconocido como: “Benefactor de la Iglesia”, ordenando reprimir a obispos y sacerdotes sospechosos de conspirar, y con Washington, usando como chantaje un supuesto acercamiento del gobierno de la tiranía hacia la Unión Soviética y la revolución cubana.
Tal viraje evidenciaba que el dictador marchaba hacia su ocaso. Pero lo que puso en claro que el dictador había perdido todo sentido de la realidad política y actuaba absolutamente desquiciado, lo fue la orden impartida para asesinar a las tres hermanas Mirabal el 25 de noviembre de 1960, horrendo crimen que sacudió la conciencia de la nación, y que incluso, indignó a no pocos de sus cercanos colaboradores. Como se conoce, este trágico acontecimiento originó el entrelazamiento de las voluntades de los valientes que participaron en la acción que puso final a la dictadura el 30 de mayo de 1961.